martes, 24 de junio de 2014

Art. de opinión de Juan Antonio Díaz: "Las enseñanzas del Evangelio en la política"

“Mucha gente se hace socialista
por su interpretación del Evangelio”
(Ramón Jáuregui)

Si en 1910, cuando Pablo Iglesias consiguió ser diputado de las Cortes Españolas –el primero que consiguió tener el PSOE en su historia, desde su fundación en Madrid el dos de mayo de 1879−, le hubieran informado al fundador de este partido que muchos cristianos acabarían integrados en sus filas, incluso llegarían a constituir una corriente interna dentro del mismo, no se lo hubiera creído. 


Fue dos años más tarde, cuando dicho partido, triste y lamentablemente, acentuó un importante anticlericalismo. En los años anteriores se había mostrado prudente ante esta cuestión porque, según Iglesias, “la lucha prioritaria había que centrarla contra los patrones”. (PANIAGUA, 1999, p. 158)

Por supuesto, nada tiene que ver hoy en día el socialismo y la corriente de pensamiento europea de la Social-Democracia, con estos pensamientos del fundador del PSOE. Sería un error anacrónico comparar una cosa con la otra. Centrándonos en el caso del socialismo español, este partido abandonó el marxismo en el congreso de Suresnes (Francia, 1974) y adoptó la corriente de pensamiento de centro-izquierda imperante en Europa, la Social-Democracia.

No es mi intención escribir un artículo sobre la historia del PSOE –eso ya lo he escrito en otras ocasiones y para otros ámbitos−, sino reflexionar en torno al binomio religión-política, o para ser más concretos, cristianismo-socialismo. Vaya por delante, para ser lo más honesto posible, que yo no soy teólogo, filósofo ni pensador, sólo soy un ciudadano de a pie que tiene ciertas inquietudes intelectuales e intenta compartirlas con la sociedad.

El Socialismo nace aparejado al Movimiento Obrero y éste es consecuencia de los males sociales ocasionados por la Revolución Industrial, la Iglesia quiso contribuir a la solución del “problema obrero”, para lo cual desarrolló la “Doctrina Social de la Iglesia” a través de la publicación de la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII. (ALDUNATE, 2012, p. 2). Como dijo el Papa emérito Benedicto XVI: “El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política, la Iglesia no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia”. (BENEDICTO XVI, 2006, pp. 239-240)

El Concilio Vaticano II, celebrado en la década de los 60, fue un punto de inflexión clave para el tema que estamos tratando (FERNÁNDEZ, 1997, p. 188). Paralelamente a este histórico evento, el Papa Juan XXIII, el Papa Bueno, publicó la Encíclica Pacem in Terris, en la que se distingue la doctrina de la práctica histórica, por consiguiente los cristianos podrían participar en partidos políticos. “El pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en este sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo” (FRANCISCO, 2013, p. 92)

La corriente de “Cristianos por el socialismo”, que está extendida por el mundo entero, nació en Chile, a mediados de 1971, concretamente en el seno de aquellos sacerdotes que se mostraron abiertamente partidarios de Salvador Allende.

Entre la Rerum Novarum y los curas chilenos existió una gran actividad de sindicalismo católico obrero; por ejemplo, en España surgieron los Círculos Obreros Católicos, HOCA (Hermandad Obrera de Acción Católica), que fue fundada en 1946 y JOC (Juventud Obrera Cristiana), que fue fundada en 1934. Hemos citado estos tres ejemplos, pero podríamos citar muchos más, quizás éstos sean los más significativos en España.

Tras estos apuntes históricos, que nos permiten tener un encuadre histórico, social y político, me gustaría exponer mis reflexiones y pensamientos al respecto. Cuando pienso en estas palabras clave sobre las que versa este artículo, Cristiano y socialismo, yo añado otra al objeto de mi reflexión, y es la de católico.

Soy un muchacho joven, pues no he llegado todavía a cumplir tres décadas, sinceramente católico y sensibilizado ante la problemática social de mi entorno. Resido en un pequeño pueblo, situado al norte de la provincia de Granada, un pueblo eminentemente agrícola y ganadero, rural, al igual que lo es la diócesis en la que se ubica. En una ocasión, oí decir a uno de mis grandes maestros, que en los pueblos la religiosidad y devoción habitaba en los corazones de sus vecinos de un modo más profundo y sincero. Yo pienso también que esta afirmación es cierta. No obstante, como en todos los lugares, la crisis económica está afectando a la vida de los vecinos. Sin embargo, no sólo estamos padeciendo una crisis económica, sino que también nuestros valores humanos y, porque no decirlo, religiosos, están también sufriendo una crisis, en cierta medida.

Esta situación que acabo de describir, muy sucinta y brevemente, es la que me ha hecho realizar un alto en mi actividad diaria y sentarme unas cuantas horas a reflexionar sobre la misma. Obviamente, no voy a dar la “receta” para salir de la crisis, yo no sabría hacer semejante cosa, pero sí creo firmemente que la sociedad actual, que por naturaleza es política y religiosa, y en la que yo me incluyo, puede y debe salir de la crisis. Para ello, necesitamos a la política, porque es una de las herramientas fundamentales para dar solución a esta terrible situación que está afectando a tantos y tantos hogares españoles. Pero fundamentalmente, necesitamos a Dios, y a Él llegamos a través de la Iglesia. Todos los hombres conformamos el Pueblo de Dios, por consiguiente, todos somos Iglesia. Toda persona de buena voluntad quiere y pretende lo mejor para todos, por ello, la política se ha de guiar por el “amor público” que defendía Jovellanos (LARA, 2011, p. 69) y por las enseñanzas del Evangelio. “La política, tan denigrada es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad porque busca el bien común”. (PÍO XI, 1927)

Me parece muy acertado que los dos partidos políticos mayoritarios de este país, intenten incluir a los católicos dentro de sus filas militantes. En el fundamento ideológico del PP, se enarbola la corriente de pensamiento del Humanismo Cristiano. El Socialismo Cristiano es una de las corrientes de pensamiento que integra el PSOE. En ambos casos, las enseñanzas más puras y grandes del Evangelio están presentes en las corrientes ideológicas y de pensamiento de dichos partidos políticos.

La Iglesia en este país −y en el mundo entero−, realiza una inconmensurable labor social y espiritual. Sin ésta, a los países subdesarrollados, en vías de desarrollo o desarrollados que están sufriendo los nefastos efectos de la crisis, todavía les y nos iría peor. Por consiguiente, pienso que es fundamental que los católicos tengamos conciencia política y estemos implicados en ella, cada cual desde su punto de vista o desde su ideología, todas perfectamente respetables. Sin embargo, cuando las enseñanzas y mensajes del Evangelio están presentes en la política, ésta ayuda al pueblo, porque la política se hizo para servir al pueblo, no el pueblo a la política, y los políticos han de ser servidores públicos, no servirse de la política. En palabras de Jesús de Nazaret: “…el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir…” (Mt 20, 28). Esta enseñanza que Dios nos da a través del Evangelio de San Mateo, es una máxima que debe de tener toda persona que se dedique a la política: servir y no ser servido. 

Todavía recuerdo la homilía que un sacerdote amigo mío nos regaló con motivo de las fiestas co-patronales de mi pueblo, en ella se hablaba de los jóvenes, la sociedad y la política. Recuerdo perfectamente que en ella dijo: “es bueno que los jóvenes se interesen por la política, ésta es necesaria para la vida de las personas en comunidad social, es decir, en sociedad”. Y esta afirmación es cierta, muy cierta. 

Me gustaría concluir este artículo con la reiteración de la siguiente idea: la política es necesaria para el buen funcionamiento de la sociedad y si esta política se hace en comunión con Dios, a través de las enseñanzas del Evangelio, estoy completamente seguro que perfectamente cumplirá su función de servicio al pueblo. 

JUAN ANTONIO DÍAZ SÁNCHEZ

(Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino)



*Bibliografía:
ALDUNATE, J., “Los cristianos por el socialismo”, 2012, ideologiesandliterature.org
BENEDICTO XVI, Carta enc. Deus caritas est, Roma, 2006.
FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, D., “Cristianos por el Socialismo en Chile (1971-1973). Aproximación a través del testimonio oral”, Studia Zamorensia, Segunda etapa, vol. IV, 1997, pp. 187-202.
FRANCISCO, Exhortación apos., Evangelli Gaudium, Roma, 2013.
JUAN XXIII, Carta enc. Pacem in Terris, Roma, 1963.
LARA NIETO, M. C., “Jovellanos o el amor público”, IDEAL, 27-XI-2011, p. 69.
LEÓN XIII, Carta enc. Rerum Novarum, Roma, 1891.
PANIAGUA, J., Anarquistas y Socialistas, Madrid, Ed. Historia 16, 1999.
PÍO XI, Mensaje, Roma, 1927.

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