lunes, 2 de junio de 2014

Jornada de convivencia del grupo de catequistas de la parroquia de La Mayor en el Marquesado



D. José Díaz y D. Rafael Tenorio, párroco y vicario parroquial de la Iglesia Mayor de Baza han organizado una excursión y convivencia con el grupo de catequistas de la parroquia, a Exfiliana, pueblo natal de D. Rafael Tenorio y  a Jérez del Marquesado, en plena sierra Nevada, en la falda Sur de ésta;  donde se encuentra esos parajes espectaculares de castaños, y fuentes de agua.



Sobre las 10 de la mañana salieron todos de Baza en coche y una vez pasado Guadix, se adentraron al verde y coloridopaisaje del  Valle del Zalabí, visitando la localidad de Exfiliana, allí  hicieron parada en  la Iglesia Parroquial  Nuestra Señora de la Anunciación, donde se encuentra la Virgen de la Cabeza y los Santos Mártires Juan y Pablo patrona y patronos  de la localidad.


Tras una breve explicación de la Iglesia y de la devoción de la Virgen de la Cabeza y los Santos Mártires, por parte de D. Rafael, les recordó también que en la misma pila bautismal que hay en la parroquia, fue bautizado el famoso escultor D. Torcuato Ruiz del Peral allá por el s.XVIII.  



Al finalizar se encaminaron  hacia Jérez del Marquesado; allí en la Parroquia Nuestra Señora de la Anunciación de Jérez, D. José María Tortosa, enseñó la parroquia y explicó la devoción que tiene los Jerezanos a su Virgen de la Tizná o de la Purificación. Tras recorrer las naves y capillas de la parroquia, en la preciosa capilla del Santísimo, celebraron la Eucaristía. 


Una vez finalizada la Eucaristía, fueron a comer  a un castañarllegado al lugar, tras disfrutar con la subida del contorno precioso de la montaña toda de verde y con la alegría del agua que va fluyendo por esas laderas.

Al finalizar pudieron disfrutar de los alrededores de su contorno y sobre todo la comida que generosamente han compartido y preparado entre todos y todas. Tras la comida se dio otro bonito paseo por el campo y al caer la tarde se regresó a Baza. Todo un día completo para dar fin al curso de catequesis
2013-2014.


Virgen de la cabeza  y Santos Mártires de Exfiliana:

Un pastor de Jérez, cuidando sus ovejas en el término de Exfiliana conocido como el  Zalabí, se encontró una imagen pequeña de una mujer con un niño en sus brazos  que guardó y pensó llevar a su hija como regalo, pero al ir a entregársela, ante su sorpresa, vio que no estaba. Al día siguiente, volvió al mismo lugar para comprobar si estaba allí, volviéndola a encontrar; El tercer día y en el mismo lugar que los anteriores, encontró la imagen, que de nuevo guardó, pero con los mismos resultados obtenidos anteriormente. Extrañado, el buen señor pasó por el mismo lugar y encontró la imagen, a la que preguntó que quién era y qué quería. El Pastor oyó una voz que decía que era la Virgen de la Cabeza y que deseaba le construyeran una ermita en el lugar de la aparición, para culto y en su honor. La ermita se edificó en el sitio de la aparición y así existe hasta nuestros días.

Son veneradas distintas imágenes. La imagen de la Virgen de la Cabeza que se apareció al pastor es la que se conserva en la ermita situada en el casco urbano de Jérez. La ermita, como la imagen, es propiedad de la familia X. Esta imagen es diminuta, de diez o doce centímetros de altura, metida y portada en una pequeña hornacina de plata.

Por otro lado, la imagen que portan los vecinos de Exfiliana desde la parroquia a la ermita, el día de la romería (último domingo de abril), es nueva ya que la anterior  desapareció en la guerra civil, de unos 80 cm de altura aproximadamente, de pie, y porta un niño en los brazos. 

SANTOS JUAN Y PABLO:

Nos trasladarnos a los escritos más antiguos que existen del año 400 d. C.Según las actas o libros  martiriales nos dicen que éstos hermanos mártires llamados Juan y Pablo, pertenecían a una familia de la alta nobleza romana  ya que perteneciendo al ejército romano, pronto se hicieron respetar mucho más por su mérito personal y por aquel amor a la religión cristiana, que hasta dieron por ella su vida. 

Eran considerados hombres buenos y justos; tenían grandes propiedades conseguidas por sus méritos dentro del ejército como por ejemplo su casa del monte Celio; una casa cerca del Coliseo Romano, de grandes dimensiones, la típica casa señorial  Dommusromanae.

Es allí en la casa del monte Celio, donde vivían, donde vivieron sus últimos días y donde acudían muchas gentes de Roma a pedir favores a los hermanos Juan y Pablo. Su fama de caridad era muy popular, por eso Roma los conocía y sabían de la talla de personas que eran.

Muerto el emperador Constantino el Grande, subió al trono Juliano  el Apóstata  que, se declaró enemigo de los cristianos. Llegado el momento, el emperador les obliga a renunciar su fe y les da el plazo de 10 días para que dejen de ser cristianos.  Informados los Santos de las amenazas del Emperador, respondieron que ni diez días ni diez años los harían apostatar de la Fe de Cristo. Pasados los diez días, los dos santos hermanos entregaron su vida a en la oscuridad de la noche del verano del 26 de junio del año 363,  dentro de su misma casa. Desde entonces, cada 26 de junio, fue célebre en toda la Iglesia el culto de los dos Santos, erigiéndose poco tiempo después una Gran Basílica, en el sitio de su misma casa, que hasta el día de hoy tiene su nombre y es título de cardenal, venerándose en ella sus reliquias. 

A lo largos de los siglos, estos santos han ido marcando una huella singular en el pueblo cristiano, y en  Exfiliana desde el año 1885, tras una terrible epidemia de cólera, se acogieron sus antepasados sacando los santos tres veces por sus calles y plazas, y al pasar por ellas fue remitiendo la epidemia; declarando patronos de la localidad.

Virgen de la Purificación o la Tizná de Jérez.

Corría el año de 1653, en concreto el 18 de junio, cuando sobre Jerez del Marquesado apareció una tormenta de viento y granizo que amenazaba con arruinar las cosechas y el propio pueblo, pues se trataba de un pueblo eminentemente agrícola. Para evitarlo, en Jerez era costumbre hacer sonar las campanas según una cadencia determinaba denominada "a tomerta" o a "nublo" que indicaba a todos los pobladores la necesidad de acudir a la iglesia para rogar a Dios.

De esta manera, cuando aquella tarde del 18 de junio de 1653 comenzó la tormenta, tres niños, los monaguillos Alonso, hijo de Luis de Alcalá; Juan, hijo de Pedro de Sierra y Bartolo, hijo de Francisco Rabelo, subieron a lo más alto del campanario para tocar "a nublo" o "a tormenta". Se encontraba la iglesia llena cuando un rayo impactó directamente sobre la torre destrozando una torre de madera que se encontraba envuelta en un lienzo blanco. Inmediatamente después, el rayo se dividió en dos, atravesando uno de ellos el capitel y la muralla para pasar por la sacristía y terminar en el altar mayor, donde impactó contra la imagen del Santísimo Cristo, a la que quebró tres dedos (contando desde el pequeño) y llegó hasta el tabernáculo del Santísimo Sacramento, en cuya cima estaba un Santo Niño Jesús a quien le rompió una corona de plata y el brazo derecho, y le quemó el barniz de la mejilla y de la garganta. 

Después de cometer tales destrozos, el terrible rayo se consumió tras romper el arca del Santísimo Sacramento y la puerta del Sagrario, así como los cuadros, los candelabros y los manteles que allí se encontraban.

Sin embargo este acontecimiento no habría pasado a la historia de no ser porque el otro rayo "encontró" a nuestros tres monaguillos en la torre del campanario, resultando los tres muertos en el acto. Uno de ellos, Juan, tenía abrasado el vestido, y Alonso mostraba un agujero por la parte de la espalda como de bala, con quemaduras en su contorno y un olor pestífero. Tras dejar muertos a los 3 niños, el rayo continuó hacia el interior de la iglesia, destrozando el suelo de la torre, un par de ventanas y los muros. Finalmente alcanzó la capilla de nuestra Señora de la Purificación donde, tras destruir diferentes enseres, desapareció a los pies de la imagen de la Virgen, prácticamente en el mismo lugar donde 3 décadas antes había ocurrido algo similar, siendo visible aún la marca ennegrecida en el suelo.

Rápidamente de bajaron los cuerpos a la iglesia para mostrárselos a la imagen de la Santísima Virgen de la Purificación, entre llantos y súplicas de familiares y vecinos.

Poco después una luz atravesó el espacio existente entre el rostro de la imagen y los niños, recuperando éstos la conciencia. Se miraron prácticamente desnudos, encontrándose en sus cuerpos unas cintas moradas, como de sangre seca, en ausencia de las anteriores heridas. Por contra, la faz de la imagen quedó oscurecida para siempre, como tiznada por el rayo, siendo el origen de la curiosa advocación que nos ocupa, "La Virgen de la Tizná", convirtiéndose desde entonces en Patrona de Jerez del Marquesado.

Dado que prácticamente todos los habitantes de Jerez del Marquesado se encontraban en la iglesia cuando ocurrió el fatídico accidente, bien para pedir la intercesión divina, bien por resguardarse del temporal, tanto la desgracia como el milagro que obró la Santísima Virgen fueron contemplados por la mayoría del pueblo, dejando testimonio de aquellos acontecimientos don Francisco de Moya, encargado del santuario, y rubricado por las fuerzas civiles del momento en condición de fedatarios públicos. 


 





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