domingo, 9 de abril de 2017

"Semana Santa de Baza" por Juan Antonio Díaz Sánchez

A María C. J., mi gran amiga,
quien me enseñó a amar en cofrade


Baza en estos días de Semana Santa se convierte en un sobrio paso de misterio y otro de palio, sus barrios son cada uno de sus varales por costero; su cielo estrellado, el techo de un precioso paso de palio; sus estrellas son el manto de una dolorosa; y sus luces, llamas que arden en los pabilos de cera, que se consumen en la candelería de la Esperanza y en los ciriales de los penitentes, cuyos ojos lloran con un eterno resplandor y sus corazones rezan devotamente al Cristo del Amor.

Esa estación de penitencia que hace cada cofradía llevando por estrella y vigía a su bendita Cruz de Guía, por parihuela un bello paso de palio y por cuadrilla a una ciudad entera para procesionar a Dios y a María por rumbo el Silencio y por destino la Victoria.




En estos días de Semana Mayor, Baza se prepara para ver el Domingo de Ramos a Jesús de la Paz pasando por tribuna en la Plaza Mayor, donde frente por frente a su faz, en el cielo tiene su reino y en Baza su capataz.  Lunes Santo, a eso de las nueve de la noche, las puertas de la iglesia de Santiago se abren, el arrabal se escapa de la antigua ciudad amurallada y Nuestro Padre Jesús del Rescate sale a hombros de sus valientes costaleras que van haciendo un gran trabajo bajo la parihuela. 

Martes Santo, en esa noche bastetana que precede a la poesía con derroche, sale María al Pie de la Santa Cruz. Miércoles Santo, Misericordia andaluza y Soledad, franciscana y murciana, rezando al cielo cuando sales por las puertas del viejo convento. 

En la tarde de Jueves Santo, las nubes del cielo se desvanecen, unos rayos de sol radiantes acarician tu cara de Nazareno y pelo moreno. En la misma tarde, esa tarde que florece por primavera como la azucena en el campo, el nenúfar en el agua y el romero en la sierra, se viste de verde Esperanza que sale a navegar por las calles sanjuaneras. Nuestra Madre Esperanza acompaña al Cristo del Amor, Amor de los Amores, devoción y pasión. Antonio Barbero supo plasmar con su gubia en una cruz, el Amor. A las once de la noche, cuando enmudecen las campanas en el pináculo, cuando el tiempo se para y la luz se apaga porque sale el Cristo de los Méndez, talla de Martínez Olalla, a procesionar por las calles de Baza. Nuestra Madre Esperanza lo recibe en la plaza, mientras la ciudad permanece callada, silente, sólo se oye la “madrugá” en la capilla que acompaña, mi Señor de los Méndez se alza sobre los brazos de sus horquilleros y su paso de caoba, obra de don Esteban Jiménez, para saludar a su Madre Esperanza, bajo la Real Corona de España. 

Viernes Santo, ocho y media de la mañana, cuando ya cantó más de tres veces el gallo y la luna dormida se halla, sale la Cofradía de Santiago. Cristo del Descendimiento en el misterio y Nuestra Señora de los Dolores en el palio, dan luz y sones a la mañana de Viernes Santo. Viernes en la tarde, tenemos el duelo de Cristo, el Santo Sepulcro se hace a la calle, desde el mercedario convento al corazón de la ciudad. Lo acompañó María Santísima de la Caridad, ese nombre tan bonito que lleva nuestra Madre y que da también nombre al buen hacer solidario de los jóvenes cofrades bastetanos para ayudar a aquél que llamamos todos los días: hermano. La noche llega y cubre a Baza como el manto a una dolorosa. A las doce en punto de la noche, se abren las puertas de la Colegiata y sale en absoluto ¡silencio! Nuestra Madre de los Dolores con su luto y vestida de duelo.

Sábado Santo, por la mañana al estar el día bien entrado, Baza le da el pésame a la Virgen de la Soledad, en el antiguo convento mercedario. 

Domingo de Resurrección, que se rompa el silencio y duelo, el luto ya no tiene razón de ser porque Cristo ha resucitado y ascendido al cielo. Los niños, esas nuevas generaciones, el baluarte de nuestra Semana Santa y los más fieles guardianes de nuestras tradiciones, procesionan a Cristo Resucitado por las calles de Baza y la Alameda de Cervantes. Sobre los hombros de los más jóvenes horquilleros y sobre sus jóvenes corazones, a las calles Cristo Resucitado sale y Baza, pueblo devoto y fiel, ve como Cristo ha vencido a la muerte, ha resucitado. Y las campanas de las iglesias voltean con su badajo tronando al cielo porque Cristo como Rey del Universo ha sido coronado.

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