miércoles, 17 de abril de 2019

Texto del pregón oficial de la Semana Santa 2019: "Miércoles Santo" por Juan Antonio Díaz Sánchez




En el ocaso de Miércoles Santo,
cuando la tarde se dilucida
entre la muerte y la vida,
Baza se cobija bajo su manto.


De la gubia de José Sánchez Lozano
y la influencia de Salzillo,
este ilustre imaginero murciano,
se halla presente en tu bendito rostro
cuando saliste de la madera 
que talla su mano.

Quisiste abrazarlos en tu seno virginal
cuando a la vida comenzaban a saludar.
Desde el cielo ya gozan de la Gloria
y ven cómo sus hermanos se preparan
debajo del varal de la Misericordia,
a las órdenes de su capataz,
cuando Javi le dice a sus horquilleros
está ‘levantá’ a pulso es por nuestros hermanos
que habitan siempre en nuestro corazón, 
Juan Sánchez Espín y Juanra Lozano.

¿Cómo decirle que Ella no está sola? Queremos consolarla, pero es Ella quien nos consuela. Queremos acompañarla, pero es Ella quien nos acompaña. Todos los días lo hace en nuestro corazón y dos veces al año, vestidas sus mejores galas y entre el fervor de su barrio, se nos acerca de nuevo para decirnos: “El poderoso ha hecho grandes obras en mí y su nombre es santo de generación en generación”. (Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz)

Madre de la Soledad,
Tú y yo tenemos una cuenta pendiente,
sé lo que te debo, no te preocupes:
que no se me olvida, lo tengo presente.

Te debo muchas oraciones
y unos cuantos versos.
Una historia que está aún por narrar
sobre un papel pontificio que la pueda albergar.

En tu soledad, lloras a Cristo.
A lo largo del Sábado Santo,
el pueblo de Baza te muestra
su respeto, condolencias y pésame
por tu duelo.

Hermanos míos, sois valientes y decididos.
Habéis sabido ver lo que Baza 
hace tiempo debiera haber visto,
que Nuestra Madre de la Soledad 
es reina de la Tierra
y como tal ha de ser coronada. 

Hermanos míos,
hace una docena de años,
en mi pueblo, Caniles, yo fui testigo
cuando a Nuestra Señora de los Dolores
fue coronada como Madre y Reina.

No me digáis que me lo guarde
porque merece la pena,
yo vi como una corona
al ceñirse sobre su divina testa
engrandecía, aún más si cabe,
la belleza de Nuestra Madre y Reina.

Pues igual quiero ver 
a Nuestra Madre de la Soledad 
coronada como la reina de Baza que es.

Por eso, hermanos míos, habéis sido valientes
al haber iniciado este largo camino.
Pero, de una cosa estoy seguro,
lo andaréis unidos,
hasta llegar a vuestro destino:
la coronación canónica
por la que la Iglesia nombra
a Nuestra Madre de la Soledad
Reina de la Tierra, de Baza y de la Cristiandad.



En el ocaso de la tarde de Miércoles
que presagia luto, duelo y muerte;
entrega del Hijo por voluntad del Padre,
las puertas del viejo convento se abren.

Horquilleros de hábito franciscano
y un corazón lleno de Paz y Bien
bajo el paso de Cristo
van a la Misericordia procesionando. 

Javi, ¡capataz!−
¿Cómo te gusta ver más al Cristo de los Misericordia?
en el crepúsculo de la tarde o cubierto por un inmenso manto de noche, luna y estrellas.

−¡Decidme!, horquilleros−
¿Cómo os gusta más rezarle?
Frente por frente a su faz o bajo los varales del paso, a las órdenes de vuestro capataz.

−¡Decidme!, Baza−
¿Cómo le rezáis?
En el silencio y la intimidad de su capilla o al son de tambores y cornetas uniéndoos a su cuadrilla.

Da igual cómo le recemos, el caso es rezarle, porque de su Misericordia se alimentan nuestros corazones que están llenos.

Y ya, envueltos por el manto de la noche,
cuando a la izquierda de su paso
el agua que mana de dorados caños
se torna en una marcha natural,
que al compás de cornetas y tambores,
Cristo avanza sobre nuestros corazones. 

Bajo los varales del paso 
del Cristo de la Misericordia,
mi familia tiene a cuatro horquilleros:
tres que procesionan en la Tierra
y uno que lo hace en el Reino de los Cielos,
junto a Él, en su Gloria. 


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